Por la menor afluencia de visitantes extranjeros, cayeron un 30% las reservas en estancias y campos.
El turismo rural, que nació a partir de la difícil situación del campo argentino en la década del 90 y que creció con la bonanza del turismo internacional de los últimos años, se alista para enfrentar una nueva crisis.
La Red Argentina de Turismo Rural (Ratur) estima que la actividad con clientes extranjeros cayó un 30%. En menor medida, también disminuyó el turismo interno. Según su presidente, Roberto Fernández Speroni, el turismo internacional representa el 45% de la actividad de las estancias.
Laura Fontella, dueña del establecimiento La Plegaria, en Chascomús, dijo: "El año pasado para esta época ya había reservas para las fiestas de fin de año y los meses de verano. Hoy no tengo nada y no me hago ilusiones".
La Plegaria trabaja con turismo desde hace tres años. Según Fontella, la caída en las reservas se empezó a sentir a partir de octubre. "Ahora vamos a tratar de mantenernos y ver cómo zafar, salir hechos", comentó.
Ser más eficientes, reducir costos y mantener los estándares de calidad es la consigna de Ratur para que los establecimientos hagan frente al complicado escenario internacional e interno. "Cuidar los costos es la única defensa", dijo Fernández Speroni.
Comidas, personal y combustible son los puntos esenciales para ajustarse. Fernández Speroni explicó que un aumento de la eficiencia en el uso de la comida, contratar personal temporario y organizar un abastecimiento semanal son algunas de las estrategias por implementar.
Para Fontella, bajar costos no es una opción. "Ajustar costos es bajar la calidad, yo lo que voy a hacer es mantener las tarifas para atraer clientes", sostuvo. Otros años lo usual era subir las tarifas un 10% a partir de diciembre. Los más expuestos
Según Fernández Speroni, la crisis afectará más a las estancias nuevas del circuito, aquellas que hace menos de dos años se adentraron en la actividad, para las que será difícil subsistir. "Por lo general, al principio se empieza siendo deficitario y un parásito de la explotación del campo", explicó, y agregó que, salvo en excepciones, el turismo representa entre un 10 y un 20% de los ingresos anuales de un campo. "El turismo es una herramienta más, otro ingreso para el campo, pero no el principal", agregó.
Dos Talas, en Dolores, es una de las estancias con más trayectoria en el rubro. "Empezamos hace ocho años como una forma de buscar recursos para mantener el casco y el jardín", dijo su dueña, Sara Elizalde.
Elizalde contó que Dos Talas había sufrido, hasta el momento, una caída del 20% en la afluencia de público. Afirma que el turismo está compuesto en un 80%
por extranjeros.
La crisis también llegó a Dos Talas por el lado de las fiestas y reuniones de fin de año. Muchas empresas elegían la estancia para estas celebraciones. "Las consultas para fiestas fueron nulas", dijo, decepcionada, Elizalde.
Ratur organiza encuentros en las estancias de los distintos asociados para asesorarlos. "Empezamos a hacer reuniones en el interior para gestar paliativos y que la crisis no golpee tanto a los que están empezando", dijo Fernández Speroni. Además, destacó algunos de los servicios que hacen al valor agregado de un campo para los turistas, como un masajista o un profesor de tango.
Según Ratur, las estancias de la provincia de Buenos Aires y de Entre Ríos son las más afectadas por la merma del turismo internacional e interno.
Consecuencias
Turismo internacional: según la cámara, en promedio, representa el 45% de la actividad de las estancias, aunque tiene un peso mayor para muchos establecimientos.
Estrategias: uso eficiente de los alimentos, contratar personal temporario y organizar un abastecimiento semanal son algunas de las tendencias.
Más golpeadas: la cámara tiene más de 200 estancias socias, pero las más afectadas son las bonaerenses y las entrerrianas.
Por Emilia Subiza. Publicado el 9 de diciembre e 2008, en diario La Nación.
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